Véndele al hombre de las cavernas

Una forma muy útil de mentalizarse para la venta es saber quienes somos.

Somos los que sembraron por primera vez.
Somos los que encerraron unas ovejas por primera vez.
Somos los que construyeron las primeras casas permanentes alguna vez.
Somos los que se curaron unos a otros las heridas alguna vez.

Antes de todos ellos, sólo éramos unos animales más avanzados que los demás, pero igualmente frágiles, vulnerables, obligados a ser nómadas, y sobre todo, expuestos a la más dura selección natural, que hacía que sólo permaneciesen los genes de quienes mejor se adaptaban al medio.

En el momento en que el hombre supo cultivas sus alimentos y domesticar a su ganado, pudo establecerse en un lugar fijo y defenderse de la intemperie, del clima, de las enfermedades al estar bien alimentado, y sobre todo de sus depredadores.
En ese momento la selección natural se detuvo, y esos genes, los de hace miles de años, son los que han llegado a nuestros días.

De modo que, queramos o no, seguimos siendo el hombre de las cavernas.
Seguimos siendo el cazador.
Seguimos siendo las presas de los lobos y los osos.
Seguimos encerrando en nuestros subconsciente los mismos miedos que quienes se encerraban en cuevas junto al fuego al caer la noche.

Sin embargo, nos esforzamos en dirigirnos a la parte consciente de un elegante ciudadano modelo a la hora de vender algo. Y así nos va.

Nuestra parte consciente se cree al mando. Es moderna. Civilizada. Egocéntrica. Soberbia. Arrogante. Y gilipollas también.
Esa parte se cree que está al mando y sólo es el gilipollas que hay en cada uno de nosotros.

El que realmente está al mando es el que está conectado con los genes, esos que nos sirvieron para sobrevivir en las cavernas.
Todo lo demás. Toda la parte subconsciente, y también la inconsciente, es la que está al mando.
Es un gran ogro rudo, fuerte y rápido, que ni si quiera se puede hablar con él, pero tanto se le puede conmover y envalentonar, como se le puede dar una patada en los huevos. Es un tipo complicado, pero realmente eso es lo que somos.
El gilipollas que vomita ego todo el día, es sólo un payaso haciendo un papel que aprendió con los años.
El de dentro, el rudo y bruto, ahí está tu verdadero cliente.
Como el de dentro, el ogro, diga que sí, el payaso del ego no tiene nada que hacer más que inventar motivos para darle la razón al ogro, al hombre de las cavernas.

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