La espada Jedi, sin un Jedi.

Las iniciativas tecnológicas van a un ritmo que es que no las pillamos.

Para cualquier sector surgen novedades, muchas de ellas en el ámbito digital que son en muchos de los casos herramientas tremendamente potentes.

Desde el sector en cuestión, sea el que sea, nos vamos sobrepasados por productos increíbles con prestaciones de otro mundo a los que sólo les falta saber qué marca de calzoncillos gasta el cliente.

Un momento… tengo un popup… a ver qué dice.

Vale, es una de esas herramientas, que… a ver qué pone … «la marca de calzoncillos del cliente también se la sabemos».

… «la madre que me parió..»

El caso es que desde nuestra modesta posición acudimos a la oferta disponible cual Paris Hilton ávida de tiempo para comprar todo lo que sale al mercado.

Ella puede pagarse todo lo que salga al mercado. Nosotros no. Cuidado con eso.

En muchísimas ocasiones vemos la siguiente herramienta digital como salvación a nuestra precaria cuenta de ventas, y no tiene por qué ser así.

Cuando conocemos el precio y se nos escapa la primera flatulencia, pensamos que si esa ostia es el precio, el producto debe funcionar realmente bien.

Y si además no somos Paris Hilton de modo que no podemos pagarlo, le damos un aura de espada jedi que todo lo puede y nuestro deseo por comprarlo pasa de ser una meditada inversión, al más puro impulso de compra de manual.

Si además de conseguir lo que quiero y ser caro, no puedo pagarlo, lo coloco en el altar del deseo. Del profundo deseo.

Esa pedazo de herramienta que vemos como una espada Jedi, suele ser, en efecto, una suerte de espada Jedi. Es decir, que en manos de un Jesi es la puta ostia, y en tus manos … en tus manos la ostia es la que te vas a dar.

Una de las cosas que no valoramos, es que una herramienta potente es una herramienta compleja. Y no sé por qué acabamos asociando un precio desorbitado con el hecho de que necesariamente tiene que funcionar sola, o casi.

Te animo a contratar una de esas. Un CRM de 2000 pavetes al mes. Verás que pronto sales rebotado de ahí y dejas de pagar esos 2000, o 1000, 0 500 al mes, y entonces optarás por «algo más sencillo». Ahí es donde voy.

Se sigue dando el ejemplo de Microsoft Excel. ¿Sabes usarlo?. ¡Si!. Mis cojones.

Sabes usar un escaso 10% del potencial del Microsoft Excel. Y ya me estoy pasando.

Lo mismo te va a pasar con esas pedazo de herramientas. Sin contar que una vez puestas en marcha, necesitarás personal contratado expresamente para hacerlas funcionar. El taladro no taladra sólo.

¿Entonces qué hago?. (Dirás tú)

JODERTE. Igual que yo. Y empezar de cero.

Eres, como decía Emilio Duró en el discurso que le hizo famoso, una mierdecilla enmedio del universo, que vende un cero coma cero cero y algo del mercado en el que está. ¿Qué coño haces mirando herramientas para lanzar cohetes?. Sólo con que consigas una pequeña parte de tu mercado ya lo puedes considerar un éxito, y para eso, no hace falta dominar una espada jedi ni un CRM de 2000 pavos.

Empieza por lo básico. Por lo que mejor te funciona a ti. Y sobre todo, por lo que puedes manejar de forma eficiente.

Si te funciona tik tok, dale caña a tik tok.
Si te funciona el email, dale caña al email.
Si te funciona facebook, dale caña a facebook.
Y cuando realmente necesites una herramienta porque lo estás petando, tranquilo que esa herramienta aparecerá.
Pero no en función del anuncio o del webinario que has visto para hacerte rico siendo un inepto, sino en función de lo que tú necesites en cada momento.

Al final, verás como realmente no necesitas una espada Jedi.

Aunque una termonuclear con la que meter un pepinazo de vez en cuando tampoco vendría mal. Mmmmhhh… Na. Olvídalo…

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