Esto va a ser más bien una batallita de abuelos que otra cosa.
Venga, vamos a la batallita.
Estaba yo de buena mañana en uno de mis negocios, una frutería.
Si, si. Yo fui frutero. Si quieres un mercado dinámico, no hay nada igual. Casi cada día tienes que comprar «al vuelo» en el mercado y montar una tienda nueva cada vez con las piezas que traes.
En la frutería estás en contacto con mucha gente, mucho tiempo, muchos días. Y claro, pasa de todo.
Algo que también pasa en una frutería es que sueles tener algún cliente, normalmente ama de casa, que jura no volver más porque cuenta que le hiciste no sé qué, o que tal cosa que le diste estaba mala, o que yo que se… es inevitable.
En una frutería siempre debes tener clientes enemigo. Que no te darían ni agua.
Pues estaba yo recién terminado de mi formación en merchandising, que me impartió el ilustre Carlos Vallejo, y poniéndola en práctica en la tienda con la mercancía que traía, incluso en caliente diseñando la estrategia y las ofertas del día según las compraba.
Ese día recuerdo haber pillado las fresas como nunca. Un bajón de precio porque había venido una gran remesa de fresones espectaculares. Entraban por los ojos. Compré bastante más de lo normal, y ese día una a aguantar el precio de venta un poco más, de modo que estirar un poco más el precio del día anterior, y aprovechar el precio de coste bastante más bajo, me ofrecía un margen interesante en el producto.
Necesitaba atraer a los vecinos a mi tienda. Entonces vi al señor de4 las lechugas, que aun le quedaban bastantes, y se quería ir a su casa.
Las lechugas, entonces en pesetas, se vendían de 500 a 800 pesetas la docena en el mercado mayorista, y entre 70 y 90 pesetas en la frutería.
Conseguí las lechugas a 250 pesetas la docena. Unas 21 pesetas por unidad. Y con toda mi cara, colgué un letrero más grande que la puerta, con las lechugas ahí fuera, oferta: lechugas a 19 pesetas. Pierdo dos pesetas por cada lechuga.
No terminé de poner el cartel, y pasaba hacia la carnicería esa clienta. ESA.
La que ni si quiera pasa por tu acera porque no quiere ni verte, y quiere que la veas cómo pasa de largo por delante. ESA.
La que dijo que no la volvía a ver en mi tienda. La que dijo que ya no volvía más. ESA.
La veo, me giro, y observo por el reflejo de cristal que estaba mirando. Se detiene. Me digo a mi mismo: Vete para adentro volando.
Mientras me hago el despistado la voy viendo. Está de pie, enfrente, mirando. Mira adelante, mira a las lechugas, mira adelante…
¡Y CRUZA LA MALDITA CALLE!
Rebusca entre las lechugas, y elige la mejor para ella.
Sigue rebuscando y coge otra.
No era para menos.
Estaba vendiendo un producto fresco a un precio cuatro veces menor al suyo habitual.
Se llevó dos, supongo que pensando : «Que se joda, le compro dos lechugas, y adiós…»
Llega a la caja, después del paseíto tipo ikea de la tienda, y una clienta se le había adelantado, y le estaba cobrando, así que a la clienta, a ESA, le tocó esperar.
Mientras esperaba, en la caja, bajo una luz que realzaba los colores, estaba expuesta la más roja, brillante y sabrosa remesa de fresones justo en frente de ella, para que las viese mientras le toca esperar en caja. No les quitaba ojo.
Esa clienta que había jurado no venir, estaba en caja pagando dos lechugas.
– «Doh leshuga. Trentiosho pesetah, no?.»
– «Sí señora»
– » y… mira… ponme medio kilo de fresah»
– ( VIVA LA MADRE QUE ME PARIÓ !!! )
¿Tú conoces esa situación en la que te tienes que aguantar tu cara seria, y por dentro estás que te revuelcas de la risa?
Pues eso es merchandising.
Si. Merchansiding: Marketing en el punto de venta.
¿O qué te pensabas que era el merchandising?. Tacitas, llaveros y camisetas… ?… Amosnomejodas…
Merchandising es lo que hace el Carrefour desde que existe, cuando decide cómo colocar sus artículos en el punto de venta, y según cómo lo hacen, ganan más o menos pasta, porque saben cómo nos comportamos.
Nos comportamos poco más o menos como la señora. Somos atraídos por las ofertas, y somos seducidos por los productos de más margen.
Al final, ellos siempre ganan.
Con la señora perdí 4 pesetas con las dos lechugas, y gané 100 con el medio kilo de fresas.
Hoy en día el funcionamiento es el mismo, porque seguimos siendo los mismos.
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