Te confieso que mucho de supersticiones no soy, pero poco tampoco. Más bien nada.
Pero claro, las tradiciones son una cosa bien distinta.
Mientras la superstición vive gracias al miedo, la tradición lo hace gracias a las costumbres en sociedad.
Pues escribo esto el día de San Juan, después de haber pasado la medianoche de la víspera de San Juan (obviamente), que es cuando en un papelito escribimos lo que queremos en nuestra vida y lo guardamos, y en el otro lo que no queremos, y lo que mamos.
Centrémonos en el de lo malo.
Me puse a pensar qué escribir y quemar.
Pero algo acorde con mi lógica, es decir, que pueda decirle a mi cabecita que esto o aquello se iba a terminar.
No soy de los que escriben «la guerra en Ucrania», o «los comunistas» o «los funcionarios», porque sé que por mucho que me lo proponga, no podría terminar con todos ellos. Antes sería abatido.
Y pensando me costaba encontrar algo digno.
Tardé poco en llegar a mi conclusión.
No quiero quemar nada.
Enseguida lo entenderás.
Hace ya mucho tiempo que decidí la vida que quería tener, aun sin tener los medios para conseguirla.
Ahora no puedo quemar el estrés, porque ya no tengo.
No puedo quemar a mi jefe, porque no lo tengo.
No puedo quemar mi horario, porque no lo tengo.
No puedo quemar mi despertador, porque aunque ya no existe ese aparato, tampoco lo uso.
Ni si quiera el teléfono, porque ha llegado un momento en que casi vivo en modo avión.
Recordé la escena final de «Joe Black» en que el protagonista, antes de su muerte, dice en un discurso la gloriosa frase sobre su vida: «Ya no deseo nada más». Por un momento me sentí como él. Estoy como quiero estar. No necesito quemar nada.
Cuando alguien vive bien, queremos saber cómo lo ha conseguido.
Te lo cuento rápido.
1.- Comercio electrónico.
2.- No hacerte imprescindible.
En el papel que guardé, no puedo decirte el deseo que escribí.
Pero sí puedo decirte que me encantaría que mucha gente consiguiese vivir como yo.
A buen entendedor, buena sombra le cobija.
Y quien a buen árbol se arrima, pocas palabras bastan.
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